He de reconocer, que desde hace ya bastante tiempo, tengo una visión un tanto negativa de las ONGs y de la llamada de ayuda al desarrollo.
Aún recuerdo algunos debates en el seno del movimiento de solidaridad con los países de Centro América en los que se planteaba la posibilidad de organizar alguna ONG para poder canalizar la ayuda que desde la sociedad civil había con aquellos movimientos que luchaban contra las dictaduras en la región. Era una necesidad de poder canalizar un dinero y poder tener una contraparte en aquellos países al margen de los gobiernos . Pero el eje central de todo aquel trabajo, era la solidaridad política… la acción en la calle en solidaridad con las revoluciones en marcha.
Esos revoluciones en marcha parece que se han ralentizado y hoy por hoy no corren grandes vientos de cambio en lo inmediato.
De aquellas primeras ONG, muy básicas y militantes, hemos pasado a una especialización de las mismas. Donde militancia queda cambiado por una profesionalización de los miembros de la ONG. (No es casual y muy común, ver miembros de ONGs que cambian su trabajo a otras ONGs).
En cuanto a los proyectos hablaba, no hace mucho tiempo, con una profesora de la EHU, sobre la constante en la que muchos de los proyectos se presentan a las agencias de Desarrollo mas como una necesidad por parte de las ONGs por tener tales proyectos de los que una buena parte van hacia las necesidades de gestión de la misma que a las necesidades reales de las comunidades a las que van dirigidos tales proyectos.
Me comentaba mi interlocutora, que es cierto esta cuestión, pero que la complejidad de los necesarios controles que son necesarios para la ayuda al desarrollo, obliga a una mayor profesionalización de la gestión y por tanto un aumento de los costos administrativos de la gestión.
Quizás sea así… pero no entiendo como casi un 40% de los dineros de un proyecto se puedan ir en el funcionamiento de los “profesionalizados activistas de la solidaridad”
Es posible que yo siga teniendo una visión un tanto romántica del tema, pero me parece que solidaridad internacionalista debiera ser el componente central del apoyo que damos a los colectivos trasformadores y a los excluidos de otras partes de la tierra.
Aún recuerdo algunos debates en el seno del movimiento de solidaridad con los países de Centro América en los que se planteaba la posibilidad de organizar alguna ONG para poder canalizar la ayuda que desde la sociedad civil había con aquellos movimientos que luchaban contra las dictaduras en la región. Era una necesidad de poder canalizar un dinero y poder tener una contraparte en aquellos países al margen de los gobiernos . Pero el eje central de todo aquel trabajo, era la solidaridad política… la acción en la calle en solidaridad con las revoluciones en marcha.
Esos revoluciones en marcha parece que se han ralentizado y hoy por hoy no corren grandes vientos de cambio en lo inmediato.
De aquellas primeras ONG, muy básicas y militantes, hemos pasado a una especialización de las mismas. Donde militancia queda cambiado por una profesionalización de los miembros de la ONG. (No es casual y muy común, ver miembros de ONGs que cambian su trabajo a otras ONGs).
En cuanto a los proyectos hablaba, no hace mucho tiempo, con una profesora de la EHU, sobre la constante en la que muchos de los proyectos se presentan a las agencias de Desarrollo mas como una necesidad por parte de las ONGs por tener tales proyectos de los que una buena parte van hacia las necesidades de gestión de la misma que a las necesidades reales de las comunidades a las que van dirigidos tales proyectos.
Me comentaba mi interlocutora, que es cierto esta cuestión, pero que la complejidad de los necesarios controles que son necesarios para la ayuda al desarrollo, obliga a una mayor profesionalización de la gestión y por tanto un aumento de los costos administrativos de la gestión.
Quizás sea así… pero no entiendo como casi un 40% de los dineros de un proyecto se puedan ir en el funcionamiento de los “profesionalizados activistas de la solidaridad”
Es posible que yo siga teniendo una visión un tanto romántica del tema, pero me parece que solidaridad internacionalista debiera ser el componente central del apoyo que damos a los colectivos trasformadores y a los excluidos de otras partes de la tierra.
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