lunes, 23 de marzo de 2009

El mundo al revés

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Los sindicatos de los Mossos d’Esquadra han criticado la cobertura informativa que los medios de comunicación han realizado de la represión policial durante el desalojo del rectorado de la Universidad de Barcelona el pasado miércoles y durante las posteriores acciones de protesta aquel mismo día. En un comunicado, los sindicatos SPC, CAT, SME-CCOO, SAP-UGT y la Asociación Profesional de la Escala Superior de los Mossos d’Esquadra consideran “desproporcionado” que la noticia se haya centrado en la actuación policial, cuando el problema inicial fueron “aquellos que no respetan la convivencia”. Dicho comunicado denuncia que tal cobertura “contribuye a desinformar a nuestra sociedad” y califica la actuación policial del miércoles en Barcelona como “profesional, correcta y proporcionada”.

A su vez, el presidente de Esquerra Republicana de Catalunya, Joan Puigcercós, a pesar de reconocer que hubo excesos en la actuación de los Mossos d’Esquadra durante el día del miércoles, se ha dedicado a hacer patria y a denunciar “el linchamiento” que, aprovechando los incidentes de esta semana, se está haciendo desde diversos puntos del Estado español del cuerpo catalán de policía. Por otro lado, PSC e ICV-EUia, mientras también reconocían que había “habido errores en algunas actuaciones”, han cerrado filas en torno a la gestión de Joan Saura al frente de Interior y han respaldado el comportamiento de los Mossos.

A todo esto, Joan Saura sigue callado. IU sigue callada. El reloj sigue avanzando, y aquí nadie pide responsabilidades, dimisiones o perdones.

Aunque hace un par de días me negaba a reconocerlo, cada vez estoy más convencida de que los Mossos d’Esquadra camparon a sus anchas por la ciudad de Barcelona durante varias horas la noche del miércoles. Alguien les dio luz verde para que lo hicieran. La virulencia con la que atacaron a los manifestantes, la brutalidad con la que se incursionaron en las callejuelas de Ciutat Vella, la tozudez con la que, porra en mano, sin llevar su identificación y totalmente fuera de sí, se empeñaron en que no quedara ni un alma en las calles adyacentes a Via Laietana esa noche, hace pensar que durante un tiempo la Conselleria de Interior no tuvo control sobre ellos. La irracionalidad de su avance, la desproporción de su carga olían a vendetta y a desorganización. Que hubo órdenes de carga, sí. Que los Mossos cruzaron la línea, también.

Tales conclusiones no me llevan a eximir a Saura de sus responsabilidades. De hecho, aun sospechando que el Conseller haya sido poco menos que un pelele en su propia Conselleria durante los dos últimos años y medio, estoy más convencida que nunca de que debería dar la cara y, especialmente, de que debería dimitir. Debería reconocer su responsabilidad ante una represión policial sin precedentes contra el movimiento estudiantil. También debería reconocer el gran error de fondo que cometió al decidir dirigir la Conselleria d’Interior.

Ayer me contaba un compañero que el jueves en el Parlament se podía respirar la tensión y el miedo de la izquierda institucional catalana. Era obvio que los hechos del miércoles les habían cogido por sorpresa y que sentían que en esos momentos no tenían control alguno sobre la policía autonómica. Bajo la imagen de cuerpo de nuevo cuño, los Mossos d’Esquadra han evolucionado en un fuerza policial caracterizada por reprimir con gran brutalidad y compuesta en gran parte por convencidos ultraderechistas. El arma perfecta en manos del capital en tiempos de crisis y revueltas. Mientras escuchaba a mi compañero no pude evitar pensar en 1936.

Sin ánimos de sobredramatizar, ante esta evidencia, muchos nos preguntamos, con más insistencia aún que cuando lo hicimos hace dos años y medio, qué narices hace Saura dirigiendo esa Conselleria. En su momento seguramente la vio como una oportunidad de demostrar que la “izquierda” también puede ser respetable gestora. No fue capaz de ver (o lo vio, pero no lo consideró relevante) que estaba firmando para reprimir a su propia base social, que se estaba poniendo al frente de un cuerpo hostil a él y a lo que él decía defender y que era sólo cuestión de tiempo hasta que este cargo le pasara factura. ¿Realmente pensó que podría “cambiar las cosas desde dentro”? ¿Con qué recursos? ¿Con qué apoyos? ¿A costa de qué y de quién?

Más allá del acoso y de los palos que recibimos el miércoles pasado, e independientemente de quién diera las órdenes (o dejara de darlas), desde un plano estrictamente político la más importante responsabilidad de fondo de Saura (y de su partido) ha sido la de querer gestionar un cuerpo y un sistema que son ingestionables; la de acceder a convertirse en perros guardianes de un estado capitalista y represor a costa de los que lo cuestionamos, que somos los mismos que les hemos votado durante años; la de olvidar de dónde venían y hacia dónde querían ir. Su avance y progresión en la sucesión de tripartitos los han llevado a renunciar a su propia denuncia, a su propia crítica, a su propio combate. Su silencio actual no hace más que reforzar tal deriva y es una parte más de un mundo al revés donde los sindicatos (que cada vez se comportan menos como sindicatos y más como corporaciones) y la supuesta izquierda justifican la represión mientras que los medios de comunicación privados se dedican a difundirla y denunciarla.

Saura debería dimitir y debería hacerlo ya. Aparte de eso, ahora sólo espero que de este episodio surja algo positivo. Primero, que el movimiento estudiantil lo aproveche para volver a tomar inercia y seguir radicalizándose, lo cuál parecer ser que ya está pasando. También está recabando apoyos de otros sectores en lucha y esto podría desembocar en una radicalización global de los movimientos. Los segundo que espero que pase es que se generalice entre la izquierda social (incluyendo a las bases militantes de fuerzas como ICV, EUia e IU) un debate sobre el papel y el lugar de la izquierda: hace ya demasiado tiempo que Saura & cía son un mero apéndice subordinado al PSOE-PSC y una maquinaria electoral de políticos profesionales.

El anticapitalismo, la radicalidad, los proyectos emancipadores no conocen de matices. O son o no son. O están o no están. El verdadero drama de Saura y sus socios durante los últimos años es que ni han sido lo que tocaba ni han estado donde debían y la tragedia de su actual silencio es su negativa a reconocerlo. A pesar de lo que digan los dirigentes de sus partidos, este episodio si que va a afectar a la percepción social de ICV y de IU, ya que ha hecho que cada vez haya más gente que se siente incómoda dándoles su apoyo. Ante esta deriva y negligencia del “ecosocialismo” existe un riesgo plausible de que sea la derecha la que se apodere del descontento y el cansancio. Y es ante este riesgo, entre muchas otras razones, que los que sí somos y los que sí estamos hemos de seguir trabajando para construir alternativas desde abajo, desde fuera y a la izquierda. Alternativas cuyo objetivo sea una profunda transformación social de los pies a la cabeza: sin matices, sin silencios, sin excusas.

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Por Rosa Luxemburgo

Desde una visión al principio muy intuitiva, un grupo de jóvenes que integró dentro del antiguo Espacio Alternativo, hoy Izquierda Anticapitalista, se resistió a integrar dentro de Izquierda Unida al considerar que su burocracia interna y sus acuerdos institucionales eran un muro que impedía el desarrollo de un izquierda combativa y revolucionaria que pudiera servir de herramienta política para la trasformación social. Fuera hacía frío, pero había más libertad de movimiento.

Fue creciendo tanto la pata de Espacio Alternativo externa a IU, que en uno de los Encuentros confederales se teorizaba sobre las patas externa e interna de la organización. Secciones regionales enteras se adherían al proyecto negando su entrada en IU y muchos jóvenes que integraban al Espacio no querían ni oír hablar de su participación en la coalición de la izquierda liderada por Frutos o por Llamazares. El acuerdo de la salida de IU como corriente interna al que se llegó en los V Encuentros confederales de noviembre de 2007 fue en realidad una constatación de esa dinámica, en la medida en la que sólo una minoría, aunque muy visible, del antiguo Espacio Alternativo integraba ya en IU. Parte de esa minoría estaba ya cansada y desesperanzada con la situación interna de Izquierda Unida. Todo este recorrido nos ha señalado que en la militancia de IU te encuentras de todo: desde lo peor hasta lo mejor, como en cualquier casa. Pero una organización, entendiendo sus discrepancias internas, se ha de criticar políticamente por lo que hace y no por la suma de las bondades-maldades de sus militantes. Y en ese quehacer comprendemos cuál es el rumbo del conjunto de la coalición y las prioridades políticas de su dirección.

Puesto que los procesos se encuentran en constante cambio, siempre es lícito repreguntarse las mismas preguntas que antaño, por lo que seguimos intentando contestar a la pregunta ¿puede hoy transformarse IU aún en un partido de ruptura con el capitalismo fiel a la clase trabajadora? A la luz de los hechos, parece que la cosa está complicada. La brutal represión de los mossos en Barcelona arroja luz sobre estos asuntos.

El día 18, los mossos entran en el rectorado de la Universidad de Barcelona a petición de un rector, amante de la libertad y cercano a la progresía pueril del PSC, y con el consentimiento del ex-comunista Joan Saura, conseller de interior. Las dos brutales cargas que sucedieron al desalojo las conocemos por los medios. Hay que señalar que desde finales de la época franquista jamás la policía había entrado a un recinto universitario de la UB, lo que fue una victoria del movimiento estudiantil en la década de los 70. Las reacciones por parte del ámbito IU se hacen esperar. En primer lugar las juventudes de EUiA (IU en Catalunya) sacan un comunicado en el que no piden responsabilidades directas a Joan Saura. Acto seguido EUiA saca otro sin señalar responsables políticos.

Joan Saura, en una anodina declaración a la prensa, aduce algo así como errores técnicos en la carga policial. Por lo visto hay una represión “bien hecha” y otra “mal hecha” y para Saura, lo ocurrido fue un ejemplo de esto último. Willy Meyer condena la carga pero no exige responsabilidades políticas al conseller de ICV ¿Por qué? Sólo las juventudes comunistas piden responsabilidades políticas al conseyer y la salida de la coalición del tripartito catalán. IU y PCE hacen mutis por el foro. Precisamente un día después de lo ocurrido, con una visión política “astutísima”, IU e ICV anuncian que finalmente irán juntos a las elecciones europeas. El cabeza de lista será el propio Willy Meyer, el mismo que se cuida mucho en señalar directamente a Saura y exigir su dimisión.

Los hechos de Barcelona son excepcionales por su brutalidad y por ser ordenados directamente por la progresía oficial catalana, que le arrebata una vez más el supuesto monopolio de la violencia de estado a la derecha, quien se frota las manos ante lo ocurrido. Los estudiantes, vecinos, turistas, niños y periodistas que pasaban por allí han aprendido a saber quién manda. Lo que para Saura sólo es un problema de selección, para gran parte de la izquierda no oficial es una ejemplificación de la lucha de clases, en la que sólo la clase dominante posee el arma de la violencia. IU reza para que el vendaval pase lo antes posible. Sus alianzas con la burocracia de ICV y con las instituciones catalanas pasan por encima de las tímidas alianzas con el movimiento estudiantil que cuestiona la mercantilización de la universidad pública. De mantener el discurso anti-sistema, el pacto IU-ICV será una aberración para la inteligencia de la clase trabajadora. La gravedad de los hechos no pone en duda siquiera el pacto ante las europeas, no existe un comunicado oficial de IU ni del propio PCE que exija la dimisión de Saura y la depuración de los responsables políticos y policiales, no se cuestionan siquiera la participación en el tripartito catalán. Entre los acuerdos políticos de IU con ICV no existe una perspectiva de la lucha de clases, sino únicamente los cálculos sobre el número de votos como si de una suma algebraica se tratase. La política electoral se separa y devora a la política transformadora por los propios intereses de quienes ostentan cargos públicos y dependen de un puñado de votos. Los y las jóvenes del antiguo Espacio Alternativo no andábamos tan equivocados en nuestras posiciones frente a IU.

A la izquierda de IU sigue haciendo mucho frio y el espacio que compartimos se ensancha como una vieja camisa. Los hechos de Barcelona indican que hace falta levantar un referente político de la izquierda de clase que se oponga al avance del “sálvese quien pueda” y de la derecha social. Ante un panorama desolador, es el momento de la autoconstrucción en lo político y de impulsar la unidad en las luchas. Después ya veremos.

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